8.11.07









EL TUERTO EN TIERRA DE CIEGOS… (segunda parte)

Después de un buen día de descanso a medias, disfrutaba de una tarde de internet y canciones que rara vez escucho, sin saber lo que tan solo a unos pasos y otros tantos escalones sucedía. Era justo en la azotea de mi casa donde se desarrollaba una historia de esas que uno suele ver solo en películas de acción y balazos, aquí es donde entiendo por fin lo que los hermanos almada nos han querido decir a través de sus numerosas películas que tanto nos han hecho reír, aquí es donde yo digo:

- “¡No! compañeros mexicanos, ¡No! compañeros potosinos, ¡en esos momentos lo que menos te da es risa!.

Y te sientes inseguro, y te sientes acosado y dices: “hay wey pero si ya llegaron los zetas”, entonces te imaginas a un ejército de curiositos hongos con ropitas camuflajeadas marchando al compás de un ensordecedor tambor… - “hay guey”. te dices en ese momento, - “ya nos cargo la chingada”. y respiras pa que no se te vaya olvidar a que sabe el aire una vez que cruces el “barandal” que atiende San Pedro por allí en el cielo (suponiendo que también las almas buenas, sensibles y caritativas van al cielo y no solo es un lugar reservado para catoliquillos mochos y compradores de indulgencias).

Una vez superado el primer impacto, mi decisión fue salir, que si la muerte venia por mí pues mejor que me la encuentre en el camino a que me agarre como el “tigre de Santa Julia” y volteando pa otro lado. En ese momento me encuentro a dos de mis hermanos, uno temeroso de que algún policía de pronto se enteraran de que tiene multas de tráncito pendientes o que una vez lo apresaron por participar en una gresca contra policías y que fue él a quien acusaban de haber golpeado a tres honorables elementos policíacos del municipio, cuando la cosa era al revés y bien al revés que hasta se le veían los buenos “madrazos” que al desamparado le habían puesto por todos lados. Por esos motivos, a mi carnal no le interesaba pero para nada la idea de ver que es lo que estaba pasando sobre nuestra azotea. Fue entonces él quien basado en la educación que bien que mal nos dan series como: “la ley y el orden”, “NYPD” y otras, nos dijo con tono certero y hasta indignado:

- “Vayan y díganles a esos putos que se bajen, que no tienen nada que andar haciendo arriba sin una orden de cateo”.

A lo que nosotros asentimos apretando las cejas y cerrando los puños.

Mi hermano por más viejo, había salido rápido pa’ convencer y si no faltaba ver nomás como estábamos de dispuestos a subir para reprender a esos “pésimos elementos policíacos”, dejando claro que así serian las palabras que utilizaríamos en caso que nos llamaran a levantar un “acta”. Subimos entonces los escalones uno a uno hasta llegar al otro nivel, ¡yo me quede impresionado!… mira que los “cohetotes” que traían esos elementos los hacían ver todavía mas malos de lo que nosotros ya los considerábamos. Mientras avanzábamos se escuchaban los gritos de los “catarrines” de a lado que ya habían agarrado valor:

- “Pinche doña paty, pa que nos manda las patrullas, si ni que que, ¿apoco ella vende piñas o que?”.

- “Pero se la pelan pinchis polis, aquí no se pueden meter mas quia mamarmela culeros”

Hasta la borracha, su perra, les ladraba enojada a los “polis” como gritándoles que se fueran, como si ella misma supiera del odio que hay que tenerle a los “polis”, sobre todo a los “preventivos”.

El que me acompañaba, mi hermano, abordó a uno de los “elementos” con el clásico “buenas tardes oficial”, el oficial ya medio “enchilado” por las señas y demás ademanes ofensivos que los “catarrines” le brindaban alegremente, se concreto a decir:

- “buenas tardes señor”.

- “¿Señor?”…

me pregunté en silencio…

- “¡A wevo que hable él!”

En seguida me dije y sonreí confiado mientras observaba al segundo elemento que parecía una olla express justo en el momento antes de reventar. Del otro lado, en la azotea de “el gordo” se veían también unos 4 “oficiales” apuntando hacia abajo como buscando conejos. Mientras en la calle ya se contaban con más de dos manos a las señoras y sus hijas desarregladas que observaban todo a la espera de que el espectáculo mejorara.

- “¿Por que corren?”

La insistente pregunta de los policías, que para ese entonces ya se habían identificado como policías federales. Después de todo a estos muchachos no los educan tan mal. Mi hermano ya había convencido a los “oficiales” que en los de abajo no encontraría más que a un grupo de borrachos empedernidos y que ni resistol se meten, por lo que los oficiales decidieron bajar de la asotea argumentando solo una cosa.

- “Chale pus si nosotros somos de df, ni somos de aquí , ni sabemos nada”.

Lo que medio entendimos quería decir:

- “Chales pus nosotros somos del df, no conocemos a la gente y no quisimos armar un pedote por perseguir a un montón de catarrines”.

(lo bueno es que sabemos traducir)

Pero eso no acabó ahí! Nooo!!!

Hacia falta todavía montar una “conferencia de prensa” para explicarle todo a doña paty, doña flora y toodo el comité de mujeres engañadas de la colonia que ya los esperaban abajo. Así que momentos después estando rodeados de mucha, pero mucha gente, los “dirigentes” del gentío lanzaron sin respetar orden ni lógica y casi a gritos las siguientes preguntas:

- ¿Por qué se meten a las casas?

- ¿Quién los dejo entrar a las casas?

- ¿No necesitan orden de cateo para entrar a las casas?

Y por ultimo:

- ¿Dónde esta mi hijoooo?

A lo que respondieron amablemente los oficiales:

- “Nosotros traemos “ahí” una carta firmada por el presidente Calderón, en donde nos autoriza entrar a todas las casas para sacar a los delincuentes que nosotros perseguimos.”

Así que todos, en el entendido de que Calderón rifa porque es el presidente y que en una de esas y amaneces flotando en la presa San José… Sin siquiera pedir ver la carta dijeron:

- “ahhh bueno, entonces esta bien”

Así pues, los policías escoltados por las que mueven las “masa” subieron de nuevo a sus carruajes, en donde partieron felices, tan felices que hasta decían adiós con la mano mientras nos dejaban atrás y se perdían en el horizonte esquina con la avenida morales saucito...

Así es entonces amiguitos como estando todos contentos esta historia llega a su fin, de modo que me despido, no sin antes dedicarles la moraleja de hoy:

- “¡No olviden cargar siempre con una carta firmada por el presidente Calderón, uno nunca sabe cuando nos puede salvar de morir linchados por una muchedumbre!”…

fin!

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